Por fin tenemos el resumen de la boda en el Mirlo Blanco. Marta y Álvaro decidieron celebrar su boda en Candeleda, su pueblo.

La primera vez que me contaron como querían hacer su boda me fui imaginando cada momento según me iban contando cada detalle. Una boda rural, en el campo, con alpacas de paja como sillas y con las montañas de fondo. Con su gente de siempre, amigos y familia más cercanos. Parece tópico decir que nos sentimos como unos invitados mas, pero las 17 horas que estuvimos de boda con ellos, sin contar la fiesta del día anterior son testigos del buen rollo que se generó entre nosotros.

Boda en el Mirlo Blanco

Llegamos a casa del novio y entre los preparativos descubrimos al abuelo pintando cuadros en su habitación. Además de ser un hombre cercano y divertido su hobby principal es la pintura. Precisamente uno de sus cuadros colgaba en la pared mientras el novio se duchaba momento antes de vestirse.

Sus padres, su hermano y la abuela ayudaron a Álvaro a vestirse. Pasamos un rato muy divertido, entre bromas y risas. Como fotógrafos de boda normalmente siempre percibimos esos nervios de los novios cuando se acerca la hora de la ceremonia. En este caso fue distinto. Creo que los nervios habían desaparecido. Todos tenían ganas de disfrutar con los suyos un día tan especial. Empezaba la boda en el Mirlo Blanco, en Candeleda.

Boda en Candeleda

Que mejor sitio que su pueblo para celebrar este gran día. Una boda en Candeleda, rodeado de montañas y con el paisaje Otoñal de Octubre. Acompañados de la tranquilidad del Restaurante el Mirlo Blanco. Una tranquilidad que poco a poco se fue tornando en fiesta a medida que avanzaba el día. Hasta llegar al punto álgido, cuando el hermano de Álvaro y su grupo sacaron guitarras y baterias para animar la barra libre. Todavía quedaban unas horas para eso, pero creo que mas de uno sabía que sería una de las mejores fiestas que veríamos en una boda…

Antes de todo esto llegamos a casa de la novia, igualmente tranquila. Rodeada de su familia y con sus amigas tambien muy cerca comenzaron los preparativos. Mientras sus amigas ultimaban los discursos ella se preparaba para ponerse por fin el vestido. Su amiga de Doupdo la habia dejado ya a punto para ir perfecta al Mirlo Blanco. Faltaba ya muy poco para darle al novio una de las sorpresas mas bonitas que hemos visto en una ceremonia civil.

Nosotros ya sabíamos lo que pasaría, pero muchos de los invitados se sorprendieron al ver a la novia entrar la primera. Era una boda atípica, en la que poco importaban los protocolos. Por eso Marta cogió su flauta travesera y junto a una amiga tocaron juntas. Emocionado entró el novio, sorprendido y encantado con la sorpresa. Hacía años que no escuchaba a Marta tocar así.

Ceremonia civil en el Mirlo Blanco

El resto de la ceremonia civil fue igual de emocionate y llena de sorpresas. Amigos y familia fueron hablando a los novios hasta que llegó otro de los momentos del día. De repente el hermano de Álvaro sacó su guitarra y su madre empezó a cantar a Joaquín Sabina. «Que todas las nochen sean noches de boda, que todas las lunas sean lunas de miel». Todavía tengo este estribillo resonando en mi cabeza cuando veo las fotos de la ceremonia…

Una lluvia de pétalos, serpentinas, globos y muchos colores cayó sobre los novios dando lugar al cocktail en los jardines del Restaurante de boda el Mirlo Blanco.

El catering de Ruiz de Luna fue el encargado de la comida de este gran día. Entre plato y plato hubo tiempo para sorpresas de amigos y antes de la fiesta aprovechamos el atardecer para las fotografias de pareja.

Despues por fin llegó el baile. Una fiesta como hacía mucho que no veíamos. Horas de bailes sin parar, videos sorpresa y concierto incluidos. He de reconocer que nos dió mucha pena irnos de allí. Fue una boda de esas que no quieres que acaben. Volvimos a Madrid muy contentos con como había sido la boda en el Mirlo Blanco. Perfecta, cercana, divertida. Tal y como imagiban los novios que sería. Espero que os guste este resumen.