Imaginaos de vacaciones, paseando por unas callecitas tranquilas, relajados y disfrutando del paseo. No hay casi nadie por el laberinto de calles: un gato y algún que otro pajarito, y de repente llegas a un oasis que te cautiva desde fuera. Me planto delante de una puerta abierta y veo un café iluminado por un sinfín de velas, y aroma a vainilla y más paz de la que dejaba al otro lado de la puerta.
Así descubrí el Hotel Tres Sants, perdido entre las calles de Ciudadella, en Menorca, cerca de todo pero a la vez escondido…
Pasé y me dí cuenta de que el cartel de su puerta era el más indicado: «Ánima», un preludio del alma que encuentras en cada rincón, en su piano, sus cuadros, sus vivos colores y sus impresionantes habitaciones, cada una distinta a la anterior.
Después de darse un relajante baño en su piscina, creo que el mejor sitio para ver atardecer en Ciudadella es desde la terraza del Tres Sants: el mar de tejados y la catedral al lado reflejan el naranja de forma casi mágica, parece que el tiempo respira mas despacito ahí arriba…
Si quieres leer tranquilamente, o sólo escuchar el murmullo del aire en el bambú, el patio azul es el lugar ideal para ello.
De sus ocho habitaciones creo que me quedo con la suite, blanca blanca, como el vestido de las muchas novias que eligen el Hotel para pasar la noche de bodas. Simplemente espectacular.
Cuando Josep me pidó que le hiciera un reportaje fotográfico al Hotel, fue toda una responsabilidad para mí, tenía que captar en imágenes toda la magia, la esencia, el alma del Tres Sants.
Os dejo un resumen de las fotos que entregué; al final no ha sido tan distinto a fotografiar novias…